Durante mucho tiempo hemos excluido y agotado nuestra energía masculina, perdiéndonos en el hacer y el dar, controlando todo a través del encumbramiento de la razón.
Esto quizás nos haya llevado a un gran vacío, intentando buscar fuera lo que es dentro, a excluirnos de nosotros mismos, perdiendo así nuestra intimidad, nuestra sacralidad.
Todo este tiempo de retiro en la cuarentena supone una oportunidad para dejar de hacer y volver al hogar, a nosotres, a nuestra verdadera esencia.
Solo así, esa energía masculina excluida en el exceso de acción ha podido “volver a casa”, mágicamente, recuperando su sacralidad y la concepcion íntima de la misma.
Así, volvemos a RENACER en la verdad de nuestro corazón desde la luminosidad, pudiendo gozar de quienes somos.