Esta maravillosa imagen, donde seis hombres están reconociendo todo el poder femenino de recibir y toda la magia masculina de dar que hay en esta mujer, es el claro ejemplo de la Unidad Divina. La Diosa y el Dios que cada un@ llevamos dentro se están mirando a los ojos UNIFICÁNDOSE EN LA INFINITUD DEL AMOR Y EL RECONOCIMIENTO.
En este año 3 se empiezan a ver las flores en el árbol sagrado, flores que indican el comienzo de lo que será el fruto de la UNIDAD DIVINA. En los últimos círculos de mujeres de agua y hombres de fuego éramos 11 mujeres y 11 hombres. Nosotros a ellas las obsequiamos con coronas y ellas a nosotros con brazaletes, amb@s reconociendo las divinidades sagradas del DIOS y la DIOSA.
Pero antes tuvimos que reconocer NUESTRA PARTE HUMANA, la herida de nuestra historia manifestada por nuestro ego. Nos hemos intentado ESCONDER EN NUESTRAS OSCURIDADES para no enseñar nuestros corazones. Y una vez más, el círculo de hombres y el círculo de mujeres ha CONSEGUIDO SACAR A LA LUZ nuestras VERDADES MÁS PROFUNDAS, aquellas que nos hacen abrazar al SER que somos, formar la UNIDAD DEL CÍRCULO DEL FUEGO, DEL CÍRCULO DEL AGUA Y POSTERIORMENTE EL CÍRCULO DE LA UNIDAD DIVINA. Allí es donde el sagrado femenino y el sagrado masculino se encuentran en PRESENCIA y desde ahí pueden observar el PODER DE NUESTRA PARTE MAESTRA, la INOCENCIA DE LA MAGIA y la HUMILDAD DE NUESTRA PARTE APRENDIZ.
Toda esta última experiencia era, sin saberlo, la culminación del trabajo de estos dos años. El 11 y 11 ha sido el camino de la iniciación a la maestría en las energías sagradas donde, al encontrarse de frente nuestra energía femenina y masculina, nos muestra las puertas de nuestro corazón, las puertas hacia nuestra propia maestría. Es ahora que pueden sumarse, formando el 22, la suma de tod@s, y se nos abre el camino hacia la maestría de la UNIDAD DIVINA.
Por fin, después de todo ese reconocimiento en amor infinito de las energías sagradas, se abrieron las puertas💚🙏🏻.
Sentir: Rafael Galindo Romero
Fotografía: Olga Bravo