Mi perro Teo es un gran maestro para mi. El me enseña que por más duro o severo que pueda ser con él, no importa, por que su corazón siempre me ama sin condiciones.
Me enseña sin palabras el verdadero significado de aprender; HACER TUYO. Para eso es importantísimo no modificar o intentar negar la verdad de cada ser, siendo esta única y distinta a todas las demás, amando esa diferencia incondicionalmente. Motivar en vez de castigar. Buscar la manera para poder facilitar a quien comparte tu vida y ti mismo, sus procesos desde la Libertad, el Respeto y el Equilibrio, donde la verdad, la esencia y el instinto de cada ser, puedan reconocerse, encajando así de forma natural en cada grupo o sistema.
Gracias a Teo recupero en mi corazón el bálsamo del perdón. El siempre me perdona, y no modifica su forma de tratarme. No pone condiciones a nuestra relación derivadas de conflictos anteriores, para el siempre hay amor aquí y ahora. Que alguien te trate así, a mí por lo menos, me hace sentir la pureza que hay en mi. Ese perdón que recibí de él, al llevarlo hacia mí, me permite ver la pureza que hay en mi corazón.
Gracias a Teo, estoy experimentando mucha consciencia sobre el perdón hacia el abandono de partes de mí mismo, por intentar encajar en mi familia. Primero tuve que abandonar a mi parte animal para hacerme un niño bueno y después tuve que abandonar a mi niño para hacerme un hombre.
Hoy Teo me muestra que mi animal interior siempre estuvo en mi corazón esperando a que volviera mi niño interior de la mano de mi yo adulto, para fundirnos en un abrazo de amor incondicional.
Nos amo TEO.