Os invito a ir al suelo, a sentir la conexión con la tierra como lo hacen los lobos ; dejando reposar todo su cuerpo allí sin condición ninguna. Simplemente sintiendo el latido de la tierra apoyándote incondicionalmente.
Poner vuestras manos en el pecho sintiendo el corazón libre, amoroso y salvaje del lobo.
Ahora imagina una puerta. Es una puerta del tiempo, al abrirse la luz que se cuela por ella apenas te deja distinguir una figura pequeña, es la silueta de tu niño interior.
Visualízate a ti mismo con la edad de cuatro años. La conexión entre el lobo y tu niño interior es inmediata. Sin decir palabra podeis reconoceros uno en el corazón del otro.
Y ahora deja que fluya su acercamiento de forma natural, sintiendo la pureza de ese vínculo.
El lobo se acerca de frente y el niño lo recibe con los brazos abiertos. Juegan, juegan y juegan. Finalmente caen al suelo enredados en abrazos y una vez allí… hocico con nariz. Sus ojos se clava, los de uno en los del otro.
El lobo le dice al niño a través de sus ojos negros:
-Siempre te protegere con mi vida, por mucho peligro o miedo que puedas pasar, yo estare todo el tiempo dispuesto a sacar las garras para defenderte, te pertenezco… soy tuyo.
Tu niño interior le dice con todo su cuerpo al lobo:
– Te amo con todo mi ser y deseo que la libertad de mi amor por ti, nos una por siempre.
Los ojos del lobo se empiezan a iluminar y el niño lo abraza con fuerza, hasta que el lobo iluminado de amor se introduce en su corazón. Después tu niño interior se introduce en el pecho de tu yo adulto, volviendo aquí y ahora y en ti mismo con la gran certeza de que tu niño y tu lobo son uno en libertad en tu corazón.
👏👏👏⚘
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