El CHAMANISMO existe desde las primeras civilizaciones destinadas a la subida de conciencia en la tierra. Hablamos de Mu, Lemuria y Atlántida. De ahí proceden sus primeras manifestaciones.
En su origen nos vinculaba con la capacidad innata de cada ser humano para encontrarse dentro de todo lo que constituye, físicamente y energéticamente y en sus nueve dimensiones, nuestro planeta. Mostrándonos así la majestuosidad del Ser del cuál somos fractales, la Madre Tierra. El Chamanismo nos desvelaba nuestra propia naturaleza, seres materializados en polvo de estrellas, desde lo más denso hasta lo más sutil.
En cada una de las caídas de conciencia fuimos olvidando nuestra naturaleza chamánica, nuestra interconexión con todo gracias a la conexión con nosotros mismos a través del corazón. Perdimos la conexión con la pureza de amarnos y amar incondicionalmente, la vulnerabilidad que nos lleva a respetar cualquier forma de vida, la verdad como fuente única de la cual bebe nuestra alma y la libertad de ser más allá de la necesidad.
Con las caídas de conciencia de estas civilizaciones, además, el Chamanismo empezó a mostrarse como una herramienta de sanación que preservaron y resguardaron algunos maestros para poder transmitir y ayudar a los de su tribu o clan. Empezó a ser una puerta para recordarnos cuál es nuestra verdadera esencia y ver más allá de lo que llamamos la 3D.
Hoy por hoy el Chamanismo puede ser una llave hacia el centro de nuestro corazón. Allí podremos empezar el viaje hacia nosotros mismos. Cada ser vivo es un portal único hacia todo el multiverso. El camino hacia todo está hacia dentro y no hacia fuera. Desde el verdadero reconocimiento de quién eres tú, es desde donde se puede compartir pureza, vulnerabilidad, verdad y libertad. Estos son los cuatro núcleos energéticos que sostienen nuestro corazón y el Chamanismo es el camino natural para poder abrazarlos primero en ti y después fuera de ti.
Aquello que nos separa de nosotros mismos es el MIEDO. Es hora de poder mirarlo cara a cara, para darle el lugar que merece en nuestro corazón. Así, podremos ver más allá del miedo quién somos en realidad.